Por Nelson Marín Hernández
Auto Observando
Los Temores A La Muerte
El temor es la emoción negativa que experimentamos cuando
anticipamos la ocurrencia de una amenaza o peligro futuro. Por tanto, el acto
de pensar o imaginar dicha amenaza está estrechamente relacionado con la
aparición de esta emoción
Empezamos haciendo una
distinción entre el miedo y el temor. El MIEDO es una reacción emocional causada por
una amenaza presente y real para la supervivencia de la persona, es decir, por
estímulos biológicamente seleccionados (un terremoto, una araña, etc.), el TEMOR
es una reacción emocional a la anticipación de una amenaza futura, y que, por
tanto, no está presente más que en mi imaginación o pensamiento ( temor a
perder mi trabajo, a la muerte, al rechazo, etc.). Por tanto, no nos
referiremos a partir de aquí al miedo, sino al temor.
Nuestra resistencia o
rechazo a las situaciones temidas imaginadas por uno mismo y a su posibilidad
de ocurrencia alimentan y mantienen en el tiempo nuestros temores. Cuanto más
rechazamos dichas situaciones, mayor será nuestro recelo hacia ellas. Por
ejemplo, cuanto más rechazamos la posibilidad de morir (que terminará
ocurriendo con toda probabilidad), más tememos la muerte. En nuestra experiencia
de temor existen tres elementos que nos producen malestar:
A Nivel Emocional, la ansiedad;
A Nivel de Pensamiento, las preocupaciones;
A Nivel Perceptivo, la amenaza o peligro.
La ANSIEDAD
es una sensación de nerviosismo, inquietud, agitación e inseguridad; nos resulta bastante desagradable y, por esta
razón, nuestra reacción primera es tratar de eliminarla lo antes posible. En
otras palabras, rechazamos nuestra ansiedad; y este rechazo es causante de
malestar y tensión.
Nuestras PREOCUPACIONES
son cadenas de pensamientos involuntarios e incontrolables que traen a nuestra
conciencia la posibilidad de amenazas futuras; suelen estar acompañadas de
emociones y sensaciones desagradables. Nuestra reacción habitual ante dichas
preocupaciones suele ser la de desarrollarlas, darle vueltas y más vueltas y
alimentarlas. Cuando nos encontramos oprimidos por nuestras preocupaciones,
nuestra actitud e intención suele ser la de huir de la situación por el agobio
que experimentamos. Contrariamente a nuestra intuición, sólo cuando dejo de
huir y rechazar mis sentimientos de temor, ansiedad y amenaza, y me expongo
completa y abiertamente a ellas, empiezan a perder su fuerza, llegando incluso
a desaparecer. Esto no quiere decir que la situación externa desaparezca, sólo
que mis percepciones y emociones relacionadas con la misma han cambiado.
Mi temor y mi
malestar ante la situación AMENAZANTE no es tanto consecuencia de la
situación en sí misma como de mi forma de afrontarla. Por tanto, si bien es
obvio que la situación externa requiere de nuestra atención y de nuestra toma
de decisiones, a la hora de abordar nuestro temor y malestar necesitamos
prestar atención a nuestra reacción a la situación y no a la situación externa.
El Temor A La Muerte
Los animales afrontan la muerte cuando esta llega y no
antes
Ellos
no pueden pensar en la muerte; sólo nosotros podemos hacerlo. Por tanto, el
temor a la muerte está íntimamente relacionado con el pensamiento. El temor se
origina en nuestro pensamiento y en la memoria. Si Pensamos en la muerte como
algo malo y horrible, le damos un significado terrorífico. Es por ello que es
posible que la percibamos como una grave
amenaza. Debido a nuestra percepción de amenaza tratamos de evitar estar en
contacto con ella de cualquier forma posible. Así, en nuestra cultura la muerte
es un tabú, se considera de mal gusto o desagradable hablar del tema. Ahora bien,
¿A qué nos referimos cuando hablamos del “temor a la muerte”?
¿Qué es
realmente lo que tememos?
Una
posible razón para este temor es que no sabemos lo que pasará tras la muerte,
es decir, que tememos lo desconocido, la incertidumbre. Otra razón es el temor
a no volver a ver a nuestros seres queridos, no volver a disfrutar de los
placeres y actividades de la vida, perder todo lo acumulado, etc.
En
otras palabras, tememos perder lo conocido, todo aquello a lo que estamos
fuertemente apegados. Por otro lado, puede que lo que temamos sea al
sufrimiento, la posibilidad de que muramos sufriendo, física o psicológicamente.
Dicho esto,
¿Temo
el hecho de mi muerte o lo que pienso al respecto?
EJERCICIO: Siento el hecho de que, con total seguridad, voy a morir
y a perder todo lo que es importante para mí. Observo con amabilidad y
curiosidad, mis pensamientos, emociones y sensaciones, observo si experimento rechazo, temor o deseo de
escapar de estos pensamientos.
INDAGACIÓN Y VIVENCIA:
¿He
experimentado alguna forma de tensión? ¿Dónde?
¿He
experimentado alguna emoción? ¿Cuál?
¿He
experimentado temor o ansiedad?
¿He
hecho algo para tratar de escapar de mis pensamientos sobre la muerte?
¿Veo mi
muerte como algo malo, temible o indeseable? En caso afirmativo, ¿refleja esto
la realidad de la muerte o sólo mi actitud al respecto?
¿Tengo
creencias respecto al significado de la muerte o a la vida después de la
muerte? ¿Cumplen dichas creencias la función de consolarme?
¿Tomar
conciencia de la finitud de mi vida (y la de los demás), hace que la valore
más?
RECORDAR: El propósito de las
preguntas no es responderlas verbalmente, sino aprender desde la observación,
sin forzar y abriéndome a la experiencia, de lo que ocurre dentro de mí.
Comienza Ahora Mismo
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